Apenas tuvo la oportunidad de realizar su sueño –tener su propio negocio enfocado en la vida campestre-, Ana María Pradenas no dudó en arriesgarse, ya que contaba con lo esencial: el terreno en un lugar turístico, y por sobre todo las ganas y energías para hacer de este proyecto el mejor de la región y reconocido a nivel nacional.
La Granja Educativa Antilhue es un centro recreacional campestre, que busca mostrar las virtudes del campo chileno. “Fui capaz de descubrir la oportunidad que se presentó por parte de Sercotec, apreciarla en su justo valor y fundamentalmente actuar para aprovecharla”.
Un día de granja
En este lugar los niños y sus familias pueden conocer la experiencia completa de un Día de Granja: comienzan sacando leche, recogiendo los huevos del gallinero, para luego degustar de esas riquezas en un rico desayuno. Terminando el desayuno alimentan y aprenden de los animales como gallinas, patos, conejos, terneros, ovejas, chanchos, jabalí, entre otros.
Si bien el proyecto ha ido creciendo gracias a la promoción que se hace vía redes sociales, en sus inicios las visitas eran de familias, luego se fueron sumando instituciones, hogares de niños, cursos de turismo universitario, entre otras. Ana María explica que algunas familias tomaron como parte de su fin de semana ir de picnic a la granja e interactuar con la naturaleza y animales, visitas que se han vuelto frecuentes durante varios meses.
Al año de funcionamiento, por medio de PEL (Programa de Emprendimiento Local del Gobierno a través de Corfo), construyó un quincho también en el sector, con la idea de ir creciendo y apoyando al turismo de la comunidad.
“Lo que me motivo a emprender en el sector turismo fue apoyar a las localidades de Antilhue, en lo que últimamente ha ido en gran aumento y se ha transformado en el sustento de las familias del sector. Emprender en el sector turismo conlleva interacción con las personas, mi virtud más grande es llegar a cada uno de ellos y por sobre todo dejar una huella”.
Ana María reconoce además el impacto positivo de su iniciativa por ejemplo desde el punto económico: Generar empleos, fortalecer las economías regionales, posicionamiento nacional e internacional. También los ambientales: crear conciencia para la protección del medio ambiente, impulsar mecanismos legales para la protección de espacios naturales; y por último los impactos socioculturales, ya que revaloriza las costumbres de la comunidad local, revaloriza las tradiciones locales regionales.
La Granja educativa Antilhue, está adecuado para el uso y disfrute de todos los usuarios; desde niños hasta ancianos, con adecuaciones especiales para la integración, inclusión y no discriminación de personas con capacidades diferentes. “Incluir a todas las personas en la entrega de este servicio en la actualidad, toma cada vez mayor fuerza para potenciar procesos que nos lleven a ser una sociedad más equitativa y solidaria. Los cambios para lograr estos objetivos deben partir desde algo básico como la aceptación de nosotros mismos”, explica Ana María.
En relación a la pertenencia cultura, dentro del programa de día de granja también se encuentra la instancia donde la gente conoce y vivencia jarrones arqueológicos encontrados hace varios años en el Lugar. El fundo donde se encuentra la granja educativa y quincho fue una tierra habitada por indígenas, lugar muy cercano del río. “Estos jarrones de diferentes tamaños con alrededor de 200 años fueron encontrados casualmente por mi familia los que se conservaron intactos y son mostrados a las personas que visitan cuyo lugar, explicando que son de mapuches que vivían en el lugar hace muchos años”, cuenta.
La motivación lleva a logros y al éxito.
Ahora con mi propio negocio me levanto todo el día con metas que cumplir, obstáculos que superar y un mundo que conocer. Mejorar día a día es mi pasión creando nuevos negocios creciendo y siendo reconocido como una emprendedora en mi región.
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