Pamela Campusano, de cuarenta y cuatro años, ha convertido su pasión por el arte y los colores del desierto en su forma de vida. Confiesa: “Me enamoré de los paisajes de Atacama y las distintas tonalidades de los cerros a medida que va pasando el día y eso mismo es lo que trato de plasmar en mis cuadros”, señala.
Después de perder su trabajo en 2005, se dio cuenta de que podía vivir de lo que más le gusta: hacer creaciones a base de arena y minerales molidos. “Empecé a vender mis cuadros en un pequeño stand, luego estuve participando en ferias artesanales hasta que al año siguiente monté mi propia galería y me ha ido muy bien desde entonces”, relata Pamela.
El trabajo que realiza es totalmente artesanal y reconoce que lo más difícil “es tener que moler la piedra a mano, ya que se debe hacer con cuidado para conservar el color”. La copiapita, el jaspe o la azulita son algunos de los minerales que utiliza para sus creaciones, en las que también incluye arena traída de las playas que visita dentro y fuera de la región.
El resultado final es una mezcla de colores brillantes con tonos ocres y marrones; en esa mezcla los paisajes desérticos de Atacama son los protagonistas. De ahí a que su emprendimiento se llame Inti Pacha, que en lengua quechua significa Sol y Tierra, aunque también hace cuadros a solicitud del cliente y tiene otros productos, tales como marcalibros, tarjetas, muestrarios de minerales y otros.
Además de tener una galería en el paseo Julio Aciares de la Casa de la Cultura en Copiapó, Campusano también cuenta con una página web a la que llegan pedidos de su trabajo desde países como Argentina, Perú, Ecuador o España. Cuenta con orgullo que “la delegación china que vino a entregar a Copiapó la estatua de la Diosa de la Paz se llevó uno de mis cuadros de recuerdo”.
Sus productos ponen en valor no solo la cultura de la Región de Atacama, sino que además sus materias primas y su ejemplo de constancia es inspirador para su entorno.
“La necesidad de generar ingresos para la familia y para tus planes nos hace tener mucha perseverancia, lo bueno de empezar un emprendimiento es ver cada logro como una meta cumplida e ir por la siguiente. En mi caso, me he preocupado en ver todas las áreas: calidad del producto, innovación, atención al cliente efectiva, publicidad de mi negocio. Nunca pensé que podía fracasar, porque pintar se transformó en mi pasión”, reconoce esta microempresaria que se encuentra actualmente participando en el concurso Mujer Empresaria Turística 2016.
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