Casa de Té Nona Nina es el nombre del emprendimiento seleccionado para representar a la Región de Magallanes y la Antártica Chilena para el concurso Mujer Empresaria Turística 2019.
La Casa de Té es fruto del trabajo en familia, ese que se adapta perfectamente a la situación de dos mujeres de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena: María Salomé Ibáñez Zurita, esposa de ganadero y quien vive todo el año en Tierra del Fuego, y la de su hija, Viviana Bauk, quien es madre de dos niños pequeños, ambas decididas a no delegar su cuidado en otras personas, por lo que la única forma de emprender es desde el hogar.
Así relatan los inicios de su negocio: “Nona Nina se origina cuando sentadas en la mesa nos damos cuenta de lo afortunados que somos de disfrutar de aquellos productos que nos da la tierra, de darnos cuenta de que aquellas preparaciones que nos parecen cotidianas tienen un gran valor porque la vida acelerada de la ciudad no deja mucho espacio para alimentarse de otra manera que no sea con alimentos industrializados”.
Así surge la idea de abrir las puertas de la propia casa de quien les enseñó aquellas preparaciones, la nona, Nina Sesnich, la abuela paterna de Viviana, idealmente sin hacer grandes modificaciones y sin mayor pretensión que la de mostrar lo que aprendieron: una repostería sencilla, pero hecha con cariño y utilizando ingredientes saludables, muchos de los cuales se cultivan en el mismo lugar, lo que otorga no solo un valor nutricional, sino de tradición campesina y trabajo familiar.
“La casa de té es única por la simple razón de que nuestra Nona es única. Y porque logró transmitirle a mi madre la esencia de hacer ricos dulces, galletas y panes. Mi madre tiene toda la habilidad y aprendió de la mejor y hoy en día yo aprendo de ella. Eso lo que intentamos transmitir con cada receta: tradición, cariño, sentido de familia”, explica Viviana, de treinta y nueve años.
La experiencia de la Nona Nina es única porque es un lugar único, una casa de los años cincuenta que ha sido mínimamente intervenida para recibir público y que se ubica en un sector apartado de centros urbanos, con una gran vista a la estepa del norte de Tierra del Fuego.
El propósito familiar de este emprendimiento fue siempre mostrar esa calidez de quien recibe en su propia casa a sus invitados a la hora del té, haciendo sentir a los visitantes acogidos por el calor de hogar y relajados como en su propia casa. Además, dice María Salomé, “es un emprendimiento único en la Tierra del Fuego chilena, un destino remoto y lleno de aventura, donde nuestra oferta aparece como un verdadero oasis en el desierto según la descripción de los propios visitantes”.
–¿Qué tipo de inconvenientes han tenido que superar para seguir con su negocio?
–Las principales dificultades han sido del tipo operacional. Por tratarse una casa antigua en un sector rural apartado, cumplir con toda la normativa significó mucho tiempo e inversiones, en instalaciones y servicios básicos. Eso no solo retarda las cosas, también desanima. Pero aparecieron personas con quienes nos asesoramos y, aunque no fue posible recuperar el tiempo perdido, sí se logró simplificar trámites y tener todas las aprobaciones.
Una vez abiertas las puertas del negocio, vieron que otra de las barreras fue captar la atención de los clientes: “Aquellos a quienes pensábamos dirigir nuestra oferta finalmente no han sido relevantes, pero otros aparecieron mostrando no solo interés, sino además fidelidad, lo cual nos demostró que no siempre lo que uno quiere o cree es lo correcto”, afirma la empresaria de setenta y dos años que llegó hace más de cuarenta desde el Maule.
Admite, además, que “donde nos instalamos, el turismo es un concepto que todavía no se desarrolla en todas su dimensiones, más bien está comenzando. Hay mucho interés por parte de los visitantes, pero todavía la respuesta de la oferta es lenta y eso hace que seamos pocos. Pero esos pocos hemos logrado conectarnos, en proyectos asociativos de Corfo, por ejemplo, donde se trabaja en desarrollar y potenciar esta oferta turística”.
Sin duda, la perseverancia de María Salomé y Viviana inspira: “Trabajar juntas con mi mamá es un sueño hecho realidad, lo soñamos ambas en muchas ocasiones, y ahora ver este sueño tomando forma nos llena de alegría”, dice la hija. “Y no solo a nosotras, sino a toda la familia, la que se ha visto involucrada y ha estado detrás de nosotras apoyándonos y colaborando en todo lo que queda fuera de nuestro alcance”, añade la madre.
Para ambas, la Casa de Té ha venido a entregar nuevas responsabilidades, una nueva forma de organizar sus vidas, pero también les entrega grandes satisfacciones y mucha alegría cuando terminan cada jornada. Viviana cuenta que su mamá “trabaja toda la mañana en su propia casa atendiendo a su familia; por mi parte es igual, pero cada tarde nuestro quehacer es distinto: nos saca de la rutina y nos lleva a crear y a darnos cuenta de lo mucho que se puede lograr poniendo cariño y dedicación a esos sueños que tenemos, sueños que parecen lejanos en algún momento pero que, una vez que se comienzan a concretar, nos entregan mucho más de lo que creíamos y nos permiten seguir creciendo como personas cada día”.
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