María Dolores es propietaria de esta cafetería-restorán coyhaiquino que ofrece un ambiente acogedor al calor de la cocina a leña, con productos regionales, repostería casera, en definitiva, lo mejor del sur de Chile. Ella es la ganadora de la séptima versión del concurso Mujer Empresaria Turística en la categoría Pequeña Empresa.
María Dolores Altamirano lleva poco más de diez años en Coyhaique. Es española de nacimiento, pero ya es una patagona más: confiesa sentirse eternamente agradecida del lugar que la acogió con los brazos abiertos y en el cual ha visto crecer sus frutos: sus tres pequeños patagoncitos –como los llama ella– y su Café de Mayo, uno de los lugares que hay que visitar cuando se llega a esta austral ciudad.
Llena de orgullo cuenta que su deseo era ofrecer a la comunidad un lugar entretenido y acogedor en el que se pudiera mantener una buena conversación, un punto de encuentro alrededor de una típica cocina a leña. “Construimos una arquitectura muy regional, artesanal, con mucho colorido, llegando a lo pintoresco. La cocina a leña le da ese carácter de casa, además de proveer calor también se cocina en ella. El trato con el cliente es muy personal, haciendo de la visita una experiencia cotidiana”, explica María Dolores.
Su emprendimiento es una fuente personal enriquecedora, que la ha ayudado a conocerse y valorarse. Gracias a él, dice que pudo “entender mejor la sociedad en la que uno vive y darse cuenta de que no todo es blanco o negro, hay matices, hay que aprender a ser justo, hay que entender a las personas”.
Por este motivo seguramente la cafetería se ha transformado en un sitio integrador, un aporte a Coyhaique. En el Café de Mayo se utilizan productos locales, repostería casera, todo de la mejor calidad; asimismo, se potencian el arte y la cultura. La empresaria apunta que en sus paredes “hay un lugar para exposiciones de cuadros de artistas que viven en la región, también tenemos un sector para la literatura, en la que incentivamos el intercambio de libros”.
En el mismo sentido, la empresaria de treinta y nueve años ha logrado también convertir su local en un espacio de promoción de elementos culturales de la Región de Aysén. En él se realizan exposiciones de arte, venta de cuadros. Como socia fundadora de la Corporación Cultural Memoria Austral, que promueve y rescata el patrimonio, el Café de Mayo tiene una relación directa con la Casa de la Cultura y el Centro Cultural, para promocionar, difundir, apoyar todas sus actividades.
En retrospectiva, la ganadora del Mujer Empresaria Turística 2016 reconoce que el emprendimiento es duro al principio y se le debe dedicar mucho tiempo, pero que luego llena el corazón. Para ella “es un aporte a la sociedad, a sus ciudadanos, una manera de entregar algo y eso hace muy feliz”.
Y en sus casi cuatro años de vida el café de María Dolores aporta también en materia de accesibilidad e inclusión: junto con la rampa para personas con movilidad reducida, posee una carta en sistema Braille. Igualmente, es una fuente de empleo importante, dos de las doce personas con las que trabaja están en situación de discapacidad de origen intelectual.
Sobre ese punto, confiesa que en un principio tuvo que lidiar con la barrera de escasez de recurso humano profesional en temas de turismo y gastronomía, sin embargo, ha logrado superarla gracias al tesón de encontrar a la gente idónea y capaz de entender su visión de negocio. Eso más de las capacitaciones y el apoyo de varias organizaciones, como Corfo, Sercotec, la Cámara de Turismo y la de Comercio, de las cuales es socia.
María Dolores Altamirano supo enfrentar los imprevistos que implican emprender. Sabe que no todo el mundo es capaz de soportar esa presión, “pero eso no importa, no todos son iguales. Es valorable que alguien emprenda y se caiga, ahí es donde uno tiene que saber qué es lo que quiere”. Su mensaje para todas quienes se están iniciando en este camino es claro: “Hay que tener esperanza de que va a salir todo mejor en la próxima, porque ya tienes la experiencia y un crecimiento personal que no tenías antes”.
Ella lo vive hoy con sus frutos: la familia que formó lejos de casa y su soñado Café de Mayo, que la tienen orgullosa y feliz. Basta revisar los comentarios de sus clientes en las plataformas electrónicas –que alaban tanto las preparaciones como el ambiente que se forma gracias a la hermosa decoración– para darse cuenta de que todo valió la pena.
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