Catalina fue la emprendedora destacada de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena en el concurso Mujer Empresaria Turística 2022 por Campero, un café al paso en la comuna de Puerto Williams.
Soy Catalina Elena Castillo Jofré, dueña del café Campero. Desde el año 2008, cuando comencé a estudiar la carrera de gastronomía, nació el sueño de tener un negocio propio, donde desarrollarme personal y profesionalmente. En 2014, llegué a vivir a la ciudad de Puerto Williams por motivos laborales y, además de enamorarme del lugar, noté la falta de servicios y propuestas gastronómicas que existía en la comuna.
Me radiqué definitivamente en esta ciudad, pero en el ámbito laboral fue difícil encontrar un trabajo estable, ya que el turismo es solo en época de verano, por eso las empresas relacionadas cierran el resto del año. Estar tan alejados del resto del país tampoco me permitió trabajar en otra ciudad y viajar, por ejemplo, todos los fines de semana. Esto me llevó a trabajar en otras áreas y así ahorrar para llevar a cabo mi sueño de emprender.
En 2019, comencé cocinando en mi casa y salía a repartir mis productos y, luego de mucho trabajo y perseverancia, en octubre del año pasado, pude abrir mi café y cumplir el sueño.
La pandemia me encontró justo en el proceso de puesta en marcha de mi negocio, lo que retrasó la apertura del nuevo local, trabajando solamente a través de reparto a domicilio. Tuve que adaptarme y modificar el tipo de productos ofrecidos, los canales de comercialización y los canales distribución, ya que mis clientes se limitaban solo a las personas que habitan permanentemente en Puerto Williams, puesto que los accesos a la isla estuvieron limitados durante largo tiempo.
Cuando los casos de covid comenzaron a bajar y se reactivaron los puertos y aeropuertos, abrí las puertas de mi café, el que tuvo que ser completamente adaptado para cumplir con el Plan Paso a Paso para así recibir a los habitantes permanentes, la población flotante y los turistas nacionales y extranjeros que nos visitaron durante el verano pasado.
Ha sido un proceso de adaptación muy desafiante que ha requerido de una rápida acción para dar respuesta a las nuevas necesidades del mercado, tanto local como externo.
Campero es un café en el fin del mundo, ubicado en la ciudad más austral, Puerto Williams. Otorgamos un ambiente cálido, acogedor y familiar para combatir el frío clima de la zona, ofreciendo bebidas calientes, masas dulces y saladas de elaboración propia y cien por ciento artesanal, acompañado de una atención personalizada.
Ponemos en valor las costumbres típicas de la Patagonia, rescatando tradiciones, como música típica de la zona, vestimenta y frases utilizadas por camperos, además de una cocina a leña donde todos llegan a recuperarse del frío.
Campero es disfrutar de un café y productos gastronómicos de alta calidad junto al fuego, con una vista panorámica del canal Beagle, en un ambiente donde se vive la Patagonia. Nuestros clientes locales valoran la atención personalizada, conociendo los gustos y preferencias de cada uno; y los extranjeros disfrutan de una grata conversación e información sobre la ciudad. Por eso, el año pasado recibí el premio regional CreceMujer de BancoEstado.
Como mujer es un enorme desafío emprender. Además de las múltiples tareas requeridas por el emprendimiento, se espera que no descuidemos las tareas domésticas y familiares. Tendemos a querer cubrir todas las necesidades, lo que se va tornando cada vez más difícil a medida que el negocio crece.
Personalmente, la barrera que ha sido más difícil de superar es que, al ser una mujer joven, muchas personas, como proveedores y clientes, no creían en mi seriedad y profesionalismo. Me costó que me tomaran en serio como microempresaria, ya que frecuentemente ponían en duda mis capacidades para dirigir una empresa. Para superarla, tuve que trabajar el doble y esforzarme en no cometer errores para demostrar que podían confiar en mí y en mi empresa.
Una forma de superar estas barreras es formar alianzas con otras mujeres emprendedoras y así apoyarnos mutuamente y mostrar al mundo que tenemos todo lo necesario para emprender y lograr nuestras metas y sueños personales y profesionales.
Desde pequeña mi madre me enseñó que cumplir mis sueños solo dependía de mí, que podía lograr lo que me propusiera, si me esforzaba, era perseverante y ponía todas mis energías en una meta. Estas enseñanzas han sido fundamentales en mi camino de emprendimiento, la confianza en nosotras mismas se debe trabajar desde pequeñas y reforzarse día a día, ya que vivimos en un mundo donde a las mujeres se nos ha mantenido en segundo plano.
Cada mujer emprendedora es un enorme ejemplo para las futuras generaciones y demostramos que tenemos lo necesario para desarrollarnos en todo ámbito: personal, familiar y profesional. Es importante dejar en claro que no debemos elegir entre ser exitosas en un área u otra, tenemos el potencial y las capacidades para lograr nuestros propósitos y sentirnos plenas en cada una de nuestras versiones. La asociatividad entre emprendedoras nos une y nos hace más fuertes para enfrentar las barreras que nos impone el mundo laboral.
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