Soy Adelaida Marca, originaria de etnia aymara. Por muchos años viví en la ciudad de Arica, en su sector urbano, pero siempre añoré retornar a mi pueblo, especialmente, por la admiración hacia mis abuelos, sus enseñanzas. Hace alrededor de trece años retorné a la localidad de Socoroma, principalmente porque me dio mucha pena ver el estado de la casa de mis abuelos, casi destruida, por lo que mi sueño fue restaurarla como vivienda.

Trabajé en una fundación que estaba restaurando las iglesias patrimoniales del territorio. Me dio mucho gusto conocer cómo se restauran estas viviendas con la materialidad local. Luego, vi una oportunidad: la necesidad de los trabajadores que requerían un lugar donde hospedarse. Gracias a un pequeño ahorro originado por lo que ganaba ahí, pude restaurar esta vivienda y notar que llegaban turistas que les gustaba nuestra cultura y que querían vivir la experiencia de quedarse en una vivienda típica aymara.

—¿Cómo vivió los momentos más críticos de la pandemia?

Lo dividiría en tres etapas: primero, esto se fue a pique completamente. Pero sabía que era una oportunidad para los pueblos originarios, en general, porque se dio a conocer a nivel mundial, nacional o local la tendencia a lo natural. La segunda parte era cómo me preparaba para esto: me sirvió mucho que mi producto agrícola, el orégano, lo diera a conocer personalmente en ferias. Eso hizo que personas que lo compraban comentaran sobre él y su carácter orgánico: quisieron darse un respiro viniendo al territorio a visitarme y fueron ellos los que prácticamente dieron a conocer mi hospedaje. Pude mostrar no solo que la agricultura es algo natural, sino que la infraestructura del hospedaje era local y patrimonial. Y, en tercer lugar, vino la motivación de seguir las debidas precauciones que presentó Sernatur. Luego, con una visita de esta institución obtuve el Certificado de Compromiso ‘Confianza Turística’ y transformé mi emprendimiento en lodge. Para mí, pasó a ser la cumbre de mi empresa turística.

—¿Cómo fue el camino para sacar adelante su emprendimiento?

Para iniciar mi negocio fue de vital importancia participar en actividades realizadas por instituciones como Prodemu. Yo veía como un sueño inalcanzable ejecutar mi proyecto, pero con el apoyo de esta institución y un concurso de Fosis, diez mujeres nos adjudicamos un proyecto, lo que hizo que surgieran las garras para avanzar y que algún día pudiera cumplir mi sueño. También fue fundamental el apoyo de una fundación que me llevó a conocer sitios muy turísticos y connotados hoy en día, como en Perú y Bolivia, ya que ellos practican el turismo con la materialidad local similar a nosotros.

También La feria gastronómica Ñam. Ahí conocí a Scarlett, organizadora del evento, una joven bien preparada que ha hecho una maravilla de lo que es la feria gastronómica. Y también Claudia Valdivia, una excelente y connotada chef en Arica, quien hizo el contacto con chefs varones, demostrando la importancia de nuestra gastronomía y la cultura y qué tan apetecidos son nuestros productos a nivel mundial.

—¿Cuál fue la inspiración para continuar?

La gran inspiración fue mi abuelita. Cuando uno se alimenta piensa en la mamá, en la abuela, incluso en la hermana. Todo eso es porque somos mujeres, capaces de superar todas las barreras que se presenten, eso hace que seamos fuertes: aun cuando sintamos cansancio o tristeza, tenemos que sacar adelante a nuestras familias.

Mi inspiración es por mi abuela, la que ha hecho que hoy por hoy me considere potente y empoderada. Me gustaría que todas llegaran al sitial al que yo estoy: las invito a potenciar nuestro territorio: somos un diamante en bruto y, junto a todo lo que la tecnología hoy ofrece, pueden hacer de nuestro territorio un gran territorio y seguir traspasando lo que es nuestra cultura a las nuevas generaciones.

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