La globalización, fenómeno caracterizado por una creciente integración económica del mundo, facilitada por el desarrollo de las comunicaciones y las tecnologías de la información, lleva aparejada supuestamente una fuerte corriente de homogenización cultural. Es decir, una cultura uniforme, llamémosla “occidental” y “moderna”, que se expande por todos los rincones del planeta.
Sin embargo, en esta nueva era global, comienza a tomar más valor la singularidad y la diferencia de los lugares y sus culturas. La globalización hace que emerjan sentimientos de pertenencia y búsqueda de raíces históricas en la comunidad local y el territorio que se habita, precisamente como una necesidad de encontrar una identidad propia. De este modo, la identidad territorial adopta una fuerza renovada en esta nueva era global.
Si hablamos de turismo, las particularidades de los lugares se van haciendo cada vez más atractivas para el mercado. Lo diferente y único que puede ofrecer un lugar, es lo que atrae en mayor grado a una creciente demanda turística ávida por vivir experiencias únicas e inolvidables.
Somos parte de un territorio que es la Patagonia, cuya cultura traspasa las fronteras de los estados, y que es distinta a la que se aprecia en otros rincones del país y del mundo. Recordemos que la cultura tiene que ver con la forma en que se habita un determinado territorio, con el modo de vida que desarrolla su gente. En este sentido, es importante establecer un vínculo sólido entre cultura y turismo, de una manera inteligente, respetuosa y responsable.
El turista que visita Chile en general y la región de Aysén en particular, lo hace principalmente motivado por la naturaleza. El turista aventurero, por ejemplo, busca desarrollar actividades que le permitan entrar en contacto directo con ríos, lagos, bosques y montañas. Pero esto no significa que deje de lado la cultura del lugar. Muy por el contrario, la experiencia que el turista busca vivir tiene que ver también con el contacto que logra establecer con la cultura que se desarrolla en dicho territorio.
El turismo rural es un buen ejemplo de esto, en donde el visitante busca vivir una experiencia turística junto a una familia campesina. Los turistas, cada vez más urbanizados y tecnologizados, buscan volver a lo simple, desean aprender cómo se trabaja el campo, cómo se corta la leña o como se prepara un buen mate. Buscan conocer las historias de sus anfitriones en torno al calor de una cocina a leña, y degustar los sabores de su gastronomía basada en productos locales.
Los eventos costumbristas son otro bueno ejemplo de cómo el turismo se puede ver beneficiado de las manifestaciones culturales del territorio. El desarrollo de este tipo de eventos, que nacen de la voluntad propia de una comunidad organizada, permiten rescatar las tradiciones, revitalizar la cultura local y, junto con ello, dinamizar la economía local.
El desarrollo de Jineteadas, Encuentros de acordeonistas y payadores, Mingas de tiradura de casa, son muestras de una cultura viva que genera interés no sólo entre los mismos habitantes de la región de Aysén, sino que también entre los turistas. Esperamos que estos ejemplos de turismo cultural, como lo es el turismo rural y los eventos costumbristas, se sigan fortaleciendo en el destino Aysén Patagonia con una mirada de largo plazo.
Por Gabriel Inostroza
Director Regional Sernatur Aysén
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