Emplazado en el sector Boyeco, a unos ocho kilómetros de Temuco, Ruka Lelfün es un emprendimiento que invita a los turistas a adentrarse en la tradición mapuche y en el conocimiento de las hierbas medicinales.
Eris Coronado, su propietaria, comprendió el interés que despertaban estos temas y fue desarrollando, en poco más de una década, uno de los proyectos turísticos más interesantes de La Araucanía. Eris, que se define como una guardiana de semillas, supo conectar así el turismo con su conocimiento y su fuerte conexión con la naturaleza.
—¿De qué forma comenzó este emprendimiento?
—Hace cerca de 15 años que llegamos a este sector, a la comunidad Juan Queupán. El lugar donde estamos ahora antes era un peladero. Por eso se llama Lelfün, que significa campo abierto. Nosotros hicimos una casa en un campo abierto, de ahí que la llamamos Ruka Lelfün. Ese es el nombre que le dimos, porque así era cuando nosotros llegamos acá.
—¿A qué se dedicaba antes?
—Antes del emprendimiento, nos dedicábamos a la agricultura y a las hierbas medicinales. Siempre fui campesina. Desde chica, me gustó el tema de la huerta. Cuando mis hijos estaban en la enseñanza media, tuvimos que trasladarnos a Temuco y duramos apenas cuatro años allá, porque no podía vivir en Temuco. Vivía en un sitio y tenía gallinas y vacas igual. No me acostumbré en la ciudad y ahí fue que nos vinimos para acá. Antes vivíamos en otro sector, en una reducción mapuche que era donde vivía mi suegra.
—Usted tiene apellidos huincas. Tengo entendido que heredó la costumbre por su marido.
—Yo soy casada con mapuche, pero siempre hemos vivido dentro de la costumbre y la cultura mapuche. Cuando yo vivía en el campo, mis papás eran muy apegados a la cultura mapuche. De hecho, vivíamos en una reducción mapuche; por lo tanto, la costumbre viene desde que nacimos.
Entonces, una vez instalados acá en Boyeco, ustedes empezaron a desarrollar una agricultura ecológica. ¿Cómo fue eso?
—Claro, empezamos a trabajar acá en el tema de la agricultura orgánica, porque ese es nuestro sistema de trabajo. En un principio, fue la forma de vida que queríamos, como familia. Hicimos la ruka, que entonces era muy pequeñita, porque era de la familia. Luego, como en estos sectores no hay ruka, a la gente le empezó a llamar la atención. Pasaban a conocer, a sacarle fotos. Por ahí nació el tema del emprendimiento turístico, porque fue muy excesiva la cantidad de gente que llegaba y nació la idea de hacer turismo acá.
Turismo agroecológico mapuche
—¿Cuál es la oferta que tienen para el turista?
—Lo más fuerte acá es el tema de las hierbas medicinales. Ofrecemos todo sobre el manejo y cuidado de las plantas medicinales y para qué sirve cada una de ellas. La gastronomía mapuche es uno de nuestros productos secundarios. Lo que ofrecemos es comida campesina mapuche. La gente, habitualmente, viene a pasar el día acá. Llegan muy temprano en la mañana, toman desayuno, hacemos algunas charlas sobre medicina mapuche. Después, almuerzan y seguimos con el tema de los preparativos de la medicina. En la tarde, vuelven a comer y, luego, se van. También hay personas que solo vienen a almorzar. Nosotros además tenemos huerta, una gran variedad de gallinas, caballos pony, algunos pajaritos. Esa es la oferta que ofrecemos.
—Cuéntenos sobre el trabajo que realizan con hierbas medicinales.
—Lo que pasa es que las hierbas medicinales ya no las encontramos mucho de forma silvestre en el campo, debido a las forestales y a que los bosque han sido tan estropeados. Entonces, las hierbas ya no crecen en su hábitat. Nosotros hemos logrado cultivarlas y poder hacer que se ambienten a una forma más hogareña, pese a ser plantas silvestres. Hasta el momento, creo que hemos logrado un gran cultivo de plantas medicinales. Eso sí, nosotros no las usamos solo medicinalmente, también, en los jugos naturales de hierbas. Y eso es muy apetecido por los turistas.
—Usted dice que es una curadora de hierbas. Coméntenos sobre eso.
—Más que nada soy una guardiana de semillas. Lo que pasa es que yo no compro semillas en el comercio. Yo cultivo mis semillas y las selecciono para hacer el guardado para el próximo año. Este tema es muy importante, porque las semillas no se guardan en cualquier espacio. Todas tienen sus diferentes espacios, donde se acostumbran a dormitar, ellas pasan un tiempo en que duermen. Entonces, ese espacio es el que uno tiene que buscarle para que ellas puedan despertar a su tiempo. Hay algunas que necesitan cierta humedad para conservarse. Otras necesitan el calor del fuego. Hay otras que necesitan oscuridad para permanecer. Todos esos manejos son los que uno, como curadora o guardiana, tiene que saber. Lo otro es que, cuando traemos plantas de afuera, no las introducimos directo a nuestro cultivo. Hacemos un estudio de la semilla que llegó para ver si es adecuada para ingresarla al huerto. Todos esos cuidados los hace una guardiana.
—Ese conocimiento, ¿de quién lo recibió?
—Esos son conocimientos heredados. Creo que uno nace con un don especial, por amor a las plantas medicinales y todo lo que se relaciona con el tema del manejo y el cuidado de las semillas. Son conocimientos que he heredado de mi abuela, de mi madre y de mi suegra. Gran parte del tema medicinal lo heredé de mi suegra. Ella era muy ancianita y tenía un gran conocimiento sobre para qué sirve cada hierba medicinal. Son conocimientos heredados de los mayores.
—Aparte de las hierbas medicinales, usted señala que la gastronomía es un producto importante en su oferta. ¿Qué platos o preparaciones son los que hacen?
—Acá se prepara la cazuela de gallina de campo, el cerdo ahumado, carne de caballo. También preparamos cordero, ganso y pavo. Todo lo que respecta a granos: el mote de maíz, el mote de trigo, los cafés de trigo, de avellana, el café de cebada. También hacemos changles y todos los frutos silvestres que tenemos acá. Es bien completo el tema gastronómico, porque utilizamos muchas verduras del huerto.
Consolidación del producto
—¿Cuál ha sido la clave para ir consolidando este emprendimiento?
—Yo creo que el esfuerzo. Esto requiere un gran trabajo y las personas, a veces, quieren tener resultados inmediatos y no es así. Es un trabajo de años. Nosotros fuimos de a poquito en esto y hemos sido bastante inteligentes, en el sentido de luchar por la idea que se nos puso en la cabeza. Y lo hemos logrado. A pesar de las dificultades, hemos permanecido en el tiempo y trabajamos durante todo el año.
—Ustedes fueron el primer emprendimiento turístico mapuche registrado en La Araucanía. ¿Considera que este tema le ha significado beneficios?
—Me ha ayudado mucho. Me dio mayor seguridad. También, seguridad para las personas que vienen. La gente se siente respaldada. Que todo lo que se hace es algo limpio, que es sacado del huerto, que cumple con las reglas.
—¿En qué medida cree que el turismo puede mantener la cultura mapuche?
—La gente busca conocimiento de nuestras costumbres ancestrales, de nuestro diario vivir, qué comíamos, cómo era nuestra vida antes. Eso busca el turista: conocer aquello, el vivir un día en el campo y saber qué hacemos en el día. Vivir esa experiencia para ellos es muy grato. Eso es lo que uno les entrega.
—¿Cuáles son sus proyectos a futuro?
—Cabañas de alojamiento. Eso es lo que me piden mucho y ojalá pueda postular a algún proyecto para hacerlo, porque solos no podríamos realizarlo. Es alta la exigencia, entonces, creo que con un proyecto sí podría lograr una o dos cabañas de alojamiento.
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