Ada Angélica Rivas, periodista de profesión, creadora, soñadora y artesana por herencia. Hace dieciocho años llegó y decidió echar sus raíces en la puerta norte del país, poseedora de un estilo único que la llevó a crear su propia marca de ropa, accesorios y diseños que plasman la identidad cultural de Arica y Parinacota.

Alma Andina, nombre que la caracteriza hoy y la ha llevado a posicionarse como una de las microempresarias más requeridas en la zona, cuenta los orígenes de lo que hoy es la mayor parte de su vida. “Partí haciendo mis propios diseños, ropa, abrigos, accesorios, todos con sellos andinos, aguayos, telares, etcétera. Mis compañeros de trabajo me preguntaban dónde compraba mis cosas. Con el tiempo me di cuenta de que el comercializar mis productos era viable”, confiesa Ada Angélica.

Ella proviene de una familia de artesanos, creció viendo a su madre tejer y a su padre trabajar el cuero de manera impecable. Cree que su talento y creatividad los lleva en los genes, pero los ha ido perfeccionando con identidad personal y cultural, lo que, a su parecer, hace de sus productos una marca única. “En esta ciudad faltaba lo que yo hago, no solo posiciono una marca, sino que trabajo la identidad cultural”, comenta, y agrega que en sus diseños incorpora la multiculturalidad de la región, dando el sello de tres países que limitan entre sí.

Esta mujer emprendedora y jefa de hogar dice que Alma Andina nace del conocimiento adquirido en sus estudios enfocados a la cultura andina. “Mi propuesta no es únicamente una línea de diseños, está incorporada a una cosmovisión, a estudios que he realizado. Yo hice un posgrado en interculturalidad, además, me dediqué dos años a aprender la lengua aymara, por lo que Alma Andina viene de la palabra ajayu que significa ‘alma andina profunda’. De ahí que utilicé el nombre Alma Andina para crear mi emprendimiento”.

Hoy, el proyecto que nació desde un estilo propio es parte de la vida y familia de Ada. Relata, orgullosa, “mis hijos admiran lo que hago, les encanta, son parte de ello; a través de mi trabajo, les enseño el rescate de la cultura y a ser respetuosos del lugar en que vivimos”.

“Esta propuesta es una de las mas completas que pueda tener la región, pues no solamente es una propuesta de negocio que fomenta el turismo, sino que conlleva una propuesta de identidad”, afirma. Para ella, lo fundamental de su microempresa no es que sus artículos se puedan vender o exportar, “la idea principal es que quienes adquieran algo hecho por mí, no solo se lleven un producto armónico o estéticamente lindo, en ellos, se llevan un pedazo de cultura, en cada uno de ellos hay alma andina”.

Sus productos han sido enviados a distintas partes del mundo, lo que a ella le motiva a seguir soñando en expandirse, sin descartar que en un futuro pueda exportar en grande para países del Viejo Continente, por lo que la oportunidad que se le ha presentado hoy es algo que no dejó pasar: “Comencé mi negocio con ahorros personales y con el tiempo he postulado a uno que otro proyecto, pero este que Sernatur está impulsando hoy me motiva, porque abre las puertas para poder cumplir algunas de mis metas. Cuando me dijeron, no dudé en inscribirme”.