La historia de Gloria Chávez —presidenta del sindicato de lanchas de turismo de Iquique— y su relación con el mar se puede definir como una historia de amor.
Hace más de cinco años que se aventuró a trabajar en un rubro exclusivo de los hombres: la pesca. Lo hizo más bien por seguir los pasos de su amado, un pescador de la Caleta Riquelme en el heroico puerto de Iquique. “Él me invitaba a salir a pescar, a veces íbamos mar adentro y pasábamos horas en el bote; fue una conquista de dos partes, mi amor por él y mi amor por el mar”.
Gloria desarrolla una actividad diferente dentro de las múltiples relacionadas con un puerto. “Hago turismo desde hace cinco años y es una forma muy linda de trabajar, se conoce a mucha gente y todos los días es algo nuevo a pesar que se hace el mismo recorrido”, dice.
—¿Cómo es un día como guía de turismo en una lancha?
—Comienza a las ocho de la mañana, cuando hay que revisar todos los detalles de la embarcación. A veces, los turistas dejan pedido el paseo el día anterior, necesitamos un mínimo para salir al tour. Ya a partir de las diez de la mañana está todo preparado para salir en ruta.
—¿Cuál es el itinerario?
—Salimos desde el muelle Lynch hacia el puerto: ahí se muestra a los lobos de mar y las instalaciones del puerto. Yo voy relatando en ese momento la descripción de lo que vamos viendo. ¡En el cerro de la cordillera incluso se puede ver una particular forma de gorila! Llegamos a la boya que marca el hundimiento de la Esmeralda, en ese heroico 21 de mayo, y hago un relato del combate naval. A la gente le gusta mucho estar en el mismo mar que muchos años atrás fue testigo de este combate.
—¿Por qué eligió el turismo?
—Soy presidenta del sindicato de las lanchas de turismo y hace más de cuatro años que me pasé a esta actividad, ya que antes era pescadora. Me gusta hacer un tipo de turismo histórico y con relato geográfico; en esto, uno conoce mucha gente, en realidad lo que más me gusta es trabajar al aire libre y conocer a tanto turista. Esto es muy bonito, imagínese una hora donde se explica a la gente todo el trayecto, que al final se llega a la boya donde está la Esmeralda hundida. Esto es mucho mejor que la pesca, ya que era muy sacrificado: antes dormíamos en el bote cinco horas mar adentro.En definitiva, la relación de estar en contacto con el pasajero es mi pasión, es el trabajo que más me ha reconfortado, trabajar en turismo.
—¿Cómo comenzó su relación con el mar?
—Empezó cuando conocí a mi segundo marido, yo era viuda. Mi marido siempre ha sido del mar, patrón de las lanchas pesqueras. Quisimos independizarnos y él me integró al mar, me hizo sacar la licencia de tripulante artesanal y salíamos los dos en un botecito que nos compramos: se llamaba Poseidón. Salíamos a Caleta Buena, varias horas hacia el norte íbamos a la pesca de la cojinova, de lo que cayera. Eso ya hace más de siete años.
—Para finalizar, ¿cuál es su apreciación del turismo en la zona?
—Se puede mejorar mucho. Nosotros en Iquique tenemos un puerto en el que hay mucho que mostrar al turista, demasiada historia; no solo en esta lugar, sino en el interior. Hay mucho que hacer, tratar de que el turista que llegue se impregne de nuestra historia. Nos ha costado mucho trabajo, como sindicato y como lancha de turismo, nos ha costado bastante. Después del terremoto, también nos costó mucho volver a empezar porque estar sin plata era muy sacrificado. Pero si uno tiene la fuerza para luchar, se sale adelante. Me gustaría que muchas mujeres más tomen protagonismo en el rubro del turismo en esta mi ciudad, ya que esto, si te gusta, se transforma en algo muy lindo.
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