Soy Marcia Andrea Mancilla Cárdenas, propietaria de Kelgwo, un negocio de creación textil fundado en Ancud en el año 1997. En ese tiempo, este proyecto fue innovador y nadie apostaba por visibilizar la artesanía local.

Nací y crecí en el pueblo de Achao, en la isla de Quinchao, una de las decenas de islas del archipiélago de Chiloé. Allí observé durante mi infancia a mujeres hilando, tiñendo y tejiendo la lana de las ovejas que criaban alrededor de mi casa. Las labores domésticas se entretejían con las labores textiles de la misma manera que la trama y la urdimbre se entretejen en el telar.

Durante mi niñez en Achao, visitaba por las tardes a mi querida tía y abuela Jovinda Vera, profesora normalista de toda la vida, a quien siempre la veía en las noches con su huso atrás de la cocina a leña, hilando y escarmenando la lana, con una paciencia y dulzura que aún recuerdo. Si iba al campo, veía a las señoras secando su lana en los cordeles y, si visitaba algunas casas, me encontraba con señoras que teñían y tejían. Recuerdo fuertes olores a teñiúra, intensos colores, diversas formas.

Ya adulta decidí estudiar diseño de vestuario en Viña del Mar, pues la estética y las manualidades eran lo mío y las vivencias de mi infancia me marcaron profundamente y se mantienen hasta el presente.

Al estar estudiando lejos de la isla, este recuerdo se agudizaba e intenté complementarlo con lo que estaba estudiando. Ahí fue que decidí entregar mis habilidades al servicio del arte textil chilote, pero con una mirada renovada y purista. Es así donde se fueron mezclando los nuevos entendimientos teóricos sobre la construcción de las vestimentas y este patrimonio del textil tradicional chilote, lo que finalmente da origen y vida a este proyecto textil Kelgwo.

¿En qué se ve reflejada la sustentabilidad en Kelgwo?

Nuestro concepto de marca se basa en lo orgánico y natural. Tratamos que todos nuestros procesos tengan el cuidado y la responsabilidad de sustentabilidad e inclusividad, desde nuestras materias primas de origen endémico de la isla de Chiloé, pasando por los procesos artesanales de hilado, teñido y tejido del material textil.

Además, nuestro taller trata de ahorrar en consumo de agua y luz a partir de pequeños gestos, como son la utilización de ampolletas de bajo consumo y los estanques de agua que están compuestos con botellas que aumentan el nivel.

La materia prima es recolectada por las mismas familias con las que trabajamos en sus campos y a conciencia con el entorno y el medio ambiente que los rodea. Luego, ellas mismas hilan a mano con un instrumento llamado huso. Los teñidos son realizados con vegetales de estación, según la zona donde se encuentren, muchas veces reutilizando partes de vegetales que no son comestibles y que posteriormente sirven como abono para la misma tierra.

Actualmente, estamos en un proyecto en conjunto con el hogar de ancianos San Vicente de Paul de Ancud, donde propusimos como actividad el ovillado de lana y así vincular a los mayores con una actividad que a muchos les hará recordar parte de su vida. De esta manera, fomentamos pequeños oficios que les permitan tener una estimulación cognitiva. Para el taller Kelgwo, la inclusión de las personas mayores es realmente una gran actividad, ya que existimos gracias a vivencias, herencias y conocimiento transmitido en el hacer de los mayores.

¿Qué es lo más característico del trabajo de Kelgwo?

A través del cruce entre diseño contemporáneo y oficio textil tradicional, Kelgwo entrega una nueva posibilidad de expresión a la lana chilota. La lana ha sido percibida como un material difícil de trabajar en prendas de vestir, sin embargo, en nuestros procesos este material toma diferentes características, volviéndose a veces delgado, elástico y flexible para ciertas piezas, o grueso, denso e impermeable para otras. La lana se transforma en una materia prima a explorar que se adapta según las necesidades de la pieza textil.

Kelgwo crea prendas de vestuario y también ornamentos que dan un nuevo sentido a la tradición textil de Chiloé. Planteamos diseños únicos con propuestas sencillas y atemporales que nacen, viven y respiran, gracias a los recursos que nos entrega la naturaleza y la cultura textil chilota. En un contexto en que todo alrededor tiende a la estandarización, Kelgwo propone el rescate de lo único e irrepetible, siendo cada una de sus creaciones una experiencia particular. Parte de la experiencia es venir al taller a conocer estos procesos tradicionales de la zona y que en cada pieza te lleves también un pedacito del corazón de Chiloé, de su textura, aroma y colores.

Desde su creación y a lo largo de sus años de camino creativo, Kelgwo ha participado en diferentes eventos de artesanía tradicional, arte textil y moda, nacionales e internacionales. Ha tenido el honor de recibir valiosos reconocimientos y de ser incluido en publicaciones especializadas que estudian, recopilan y registran la artesanía chilena.

¿Cómo se lleva adelante un emprendimiento sobrellevando barreras asociadas al género?

Por suerte, en mi trabajo no he tenido inconvenientes de este tipo, más bien las puertas siempre se han abierto por querer saber más de este tema. Pienso que, en gran medida, tiene que ver con la claridad que hemos tenido para expresar nuestro proyecto textil, pues la mayor virtud justamente tiene relación con ser mujer, ya que es un oficio tradicional hecho por señoras, todas jefas de hogar trabajadoras y que viven de este oficio casi siempre en el campo.

Además, el oficio del tejido chilote es un trabajo característico de las abuelas y hoy más que antes es un valor saber de él, especialmente en el ámbito del turismo y la cultura insular.

¿De qué forma otras mujeres han aportado al desarrollo de tu emprendimiento?

El taller textil Kelgwo trabaja junto a mujeres campesinas de diferentes comunas de la isla, son más de veinte familias que trabajan desde sus hogares en sectores rurales alejados de la ciudad. Aquí es donde hemos formado una red de apoyo mutuo en este trabajo tan enriquecedor que es el tejido a telar.

Tal como las artesanas con las que trabajamos, como directora y creativa del taller Kelgwo, tengo una vida personal no alejada de las problemáticas cotidianas de cualquiera que conforma el equipo de trabajo. Soy separada hace más de dieciocho años y he podido crecer sola a mis tres hijos, Matías de veintiséis, Laura de veintitrés y Constantino de veintiuno; a la fecha, todos estudian en la universidad, por lo que es un mérito haber llegado tan lejos con este desafío de trabajo no convencional, como lo es el taller.

Quiero decir que la vida no me ha sido fácil. Diría que todo lo contrario. Mi trabajo ha sido el complemento de vida, sin él y sin el apoyo de las mujeres y compañeras con las que trabajo no habría tenido la fortaleza para crear y avanzar en este mundo comercial que no es fácil para quienes somos creativas en este oficio.

Contacto: www.instagram.com/kelgwo.