Sussana Yuminna fue la emprendedora destacada de la Región de Tarapacá en el concurso Mujer Empresaria Turística 2023 de Sernatur por Andino Travel, operador turístico con que pone en valor la cultura aymara.
Soy Sussana Yuminna García Mamani, propietaria de Andino Travel. Siempre quise hacer cosas: a los catorce años dejé mi comunidad y me vine a estudiar a Iquique, donde me recibí de contadora general. Luego, trabajé un tiempo y me casé, tuve tres niños, dos hijas y un hijo, de veintiuno, diecisiete y quince años, respectivamente.
En el año 2020, entré al Centro de Formación Tecnológica de Tarapacá a estudiar técnico eléctrico en energías renovables y me titulé en enero de este año. Entre medio, tuve la oportunidad de viajar a varios países, Estados Unidos, Canadá, India, Australia, Dubái, básicamente, en mi rol de dirigenta de la cooperativa de tejedoras aymaras Aymar Sawuri, de la cual fui socia fundadora y presidenta durante cinco años. En ese tiempo, pudimos exportar nuestros productos con ProChile.
Fue luego de un viaje a la India, en que conocí a mujeres pertenecientes a distintos pueblos originarios del mundo que no contaban con energía eléctrica en sus comunidades, que tomé una decisión que lograra conjugar mis deseos de emprender en lo que mejor sé hacer, que es transmitir mi cultura y mi historia de vida a otras personas y apoyar a mi comunidad para que mejore su calidad de vida, sin renunciar a su identidad.
Desde pequeña siempre valoré mi cultura y mis tradiciones. Soñaba con contar mi experiencia de vida, mostrar mi hermosa comunidad aymara y mi querida tierra de Colchane, lugar que albergó a mis ancestros, de los cuales provenimos y que aún hoy guían mi camino y el de mi familia.
Así nació Andino Travel. Me instalé con una pequeña oficina en el paseo peatonal Baquedano, declarado Monumento Nacional y uno de los lugares más concurridos por turistas, en pleno centro de Iquique, a una cuadra de la plaza Prat y el Teatro Municipal. Armé cinco paquetes turísticos, que varían en el número de días y lugares que se visitan. Los principales atractivos que ofrezco son el altiplano y el Parque Nacional Isluga, en la comuna de Colchane. Trato de que nuestros turistas vivan una experiencia única e inolvidable y que la cadena virtuosa de prestadores de servicios turísticos, principalmente, los que pertenecen a las comunidades aymaras, obtengan un precio justo por su trabajo.
Me preparé y estudié sobre energías renovables, especialmente para contribuir a mejorar la vida de mi comunidad y, en general, de las comunidades aymaras del altiplano, sin intervenir los territorios con todo lo que implican las instalaciones eléctricas convencionales.
Me interesa que todo lo que haga lleve consigo el tema de la sustentabilidad, con la idea de que nuestro desarrollo sea sostenible en el tiempo, mantenga los valores tradicionales propios de mi cultura, como el respeto, la armonía y el amor hacia la naturaleza, entendiendo a las personas como parte de ella e imprescindibles para la vida en el planeta.
En cuanto a la accesibilidad, lo veo en un concepto amplio, no solo enfocado en una rampa o una manilla, sino en que el turismo es una herramienta para todos, en su esencia, porque hermana a los pueblos, nos permite mostrar a otros nuestra cultura y costumbres y romper estereotipos y prejuicios de toda índole. También generar riqueza compatible con el cuidado del medio ambiente, preservar el pasado, vivir el presente y proyectar el futuro.
En este sentido, siempre quise trabajar con las distintas comunidades, especialmente de Colchane, dentro de los paquetes turísticos que ofrecemos a nuestros turistas, incorporando un precio justo y la economía circular. Así también cobrar a los turistas precios accesibles por los servicios que ofrecemos.
En Andino Travel, ofrecemos una experiencia de turismo vivencial en el altiplano, que varía según los atractivos que visitemos y el número de días. Por lo general, trabajamos con grupos de no más de quince personas, para que la experiencia sea lo más personalizada posible. Salimos desde Iquique muy temprano y a cada turista en su asiento le pongo una manta tejida por mí, para que se abrigue por si le da frío. Yo voy vestida con mi ropa tradicional y les voy explicando el significado de cada una de las prendas, que además cada mujer aymara debe tejer.
Según el programa, llegamos a la comunidad, hacemos las actividades de acuerdo a la época del año, si vamos a esquilar, tejer, cosechar, etcétera. Ya cuando llega la hora de la comida, damos una breve explicación sobre los alimentos que se servirán y siempre ellos preguntan. No vamos a un restaurante, sino a una casa aymara; tampoco a un hotel, sino a una casa que brinda el servicio de alojamiento y los turistas duermen en una cama tal como si fueran aymaras.
A la gente eso les agrada mucho. Nos preocupamos especialmente de la limpieza, hoy día más que nunca tomamos las medidas sanitarias que corresponden y atendemos a los turistas con cariño, respeto y consideración, porque valoramos mucho que hayan decidido confiar en nosotros para vivir esta experiencia, tan distinta para quienes vienen de las ciudades. Los más pequeños, por ejemplo, nunca habían visto una gallina, pollitos, una llama, en fin, tantas cosas que para muchos de ellos son completamente nuevas. En mi página de Facebook, tengo muchos comentarios positivos de los turistas que me felicitan y recomiendan.
Vengo de una cultura muy machista. Para mis padres, las oportunidades se les daba a los varones y no a nosotras, las mujeres. Cuando una mujer se casa, se va a otra comunidad, deja la suya y pertenece a la comunidad del esposo. Cuando tenía catorce años, mi madre ya había muerto hace dos y terminé la enseñanza básica en mi Escuela Rural de Colchane. Con el apoyo de mis profesores, pude venir a estudiar a Iquique. Llegué a un hogar y mis profesores, para convencer a mi padre que estaba reacio y quería que me quedara para ayudar en la casa, le dijeron que yo no necesitaría dinero, que el solo debía comprar mi uniforme y los cuadernos. Así es como mi padre accedió y me trajo a la ciudad de Iquique en marzo de 1992.
Al egresar del liceo con el título de contadora general, logré trabajar un tiempo y luego me casé con un joven de la comunidad de Ancuaque de la misma comuna de Colchane. Tuve a mis tres hijos y, debido a sus estudios, nos vinimos a la ciudad, primero a Alto Hospicio y después a Iquique. Con los niños pequeños, ya no podía trabajar, así que me puse a tejer, que es una tradición que mis abuelas y que mi madre me transmitieron. Tejía productos con lana de alpaca, como chales, bufandas y ponchos. En mi cultura no es bien visto que los padres compartan la crianza de los niños, ni siquiera los toman en brazos, y al comienzo fue difícil con mi esposo. A él le importaba mucho lo que dijeran los demás, pero poco a poco fue entendiendo que su compromiso era necesario.
En 2012, formé una asociación de mujeres artesanas de las distintas comunidades y fui su presidenta durante cinco años. Ya que necesitábamos crecer, paralelamente formé una cooperativa llamada Aymar Sawuri. El trabajo fue arduo, pero enriquecedor. Dejé el cargo el año 2018, porque necesitaba aumentar los ingresos familiares, ya que mi hija mayor ingresó a la Universidad de Antofagasta a estudiar medicina. Fue ahí que emprendí con mi agencia de turismo aymara.
A mi territorio llegaban operadores turísticos, pero realizaban solo unas paradas para tomar fotografías. Es más, incluso los mismos turistas llevaban sus propios desayunos. Yo quise hacer algo totalmente distinto, mostrar un turismo vivencial, hacer que el visitante viviera la experiencia que nosotros realizamos, como pastoreo de alpacas, mostrar el proceso de textil, la siembra y la cosecha de la quínoa, enseñar la construcción con adobe y, por supuesto, el trabajo en forma colaborativa con otras emprendedoras del territorio, además de todo lo que es la alimentación con productos autóctonos, desde el desayuno hasta la cena, todo a base de quínoa. Ofrezco desayuno, almuerzo y cena, todo a base de quínoa con carne de llamo y papas de la zona. Voy rotando una semana en cada comunidad, ya sea con las actividades de experiencia y así también con la alimentación.
Siento mucho orgullo de mi cultura, especialmente de las mujeres que somos luchadoras y valientes, pese a todos los obstáculos, el machismo, la falta de dinero, la educación y la discriminación, que la vivimos doblemente por ser mujeres y aymaras.
Siempre pienso que puedo. Mis abuelas lo hicieron, aun trabajando en condiciones tan difíciles en el altiplano, criando hijos, plantando y cosechando nuestros alimentos, pastoreando a los animales, tejiendo con todo lo que eso implica, desde criar al animalito, pasando por cuidar su desarrollo para que dé buena lana, trasquilando, hilando, tiñendo, tejiendo, en fin.
En el altiplano, hasta no hace mucho no teníamos luz eléctrica ni la conectividad que hay hoy. Ni lavadora había. Con tantas carencias, pero también tanta sabiduría y voluntad de hacer las cosas, me he preparado para hacerlas bien, estudiar y aprovechar cada oportunidad que he tenido de crecer y mejorar. Para lo cual, el apoyo de entidades como Sercotec, Corfo, Sernatur, ProChile, ONU Mujeres ha sido también fundamental.
Contacto: www.instagram.com/andinotravelcl.
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