Conoce la historia de la seleccionada de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena para el concurso Mujer Empresaria Turística 2021, quien supo mantener a flote su negocio a pesar de la crisis provocada por la pandemia.
Soy Lisselotte Yolanda Rojas Álvarez, propietaria de El pescador y la escritora. Tenía la idea formar mi negocio hace años. Dejé mis trabajos de periodista y me fui de viaje sola a India, seguí por Nepal, Bolivia, Argentina y recorrí gran parte de Chile. Al volver, buscaba un lugar apacible, sin contaminación, un lugar donde pudiera crear mi hostal. Me establecí en Puerto Williams, hice pareja, tuvimos un hijo y él nos echaba continuamente de casa. Yo estaba sola y no quise dejar la isla Navarino, porque es un lugar soñado para vivir.
Finalmente, me fui de la casa del padre de mi hijo, sin un peso; empecé vendiendo almuerzos, capitalicé un poco y, a los cuatro meses, abrí mi alojamiento. Incide en mi negocio que hablo cuatro idiomas, que hago páginas web, que soy escritora y periodista, todos factores que para mis huéspedes les muestra confianza y les parecen atractivos mis servicios. Además, proveo mucha información adicional de otros destinos tanto en Chile como Argentina, les coordino sus próximos viajes, compro pasajes y reservo en otras ciudades y acepto dólares, euros y pesos argentinos, transferencias, etcétera.
En 2020 postulé a todos los fondos posibles. Gané un Sercotec Reactívate y un Fosis. Opté al microcrédito Fogape 2020. Intenté arrendar a empresas, pero no los dejaron entrar entre marzo de 2020 y enero de 2021. Con los fondos, equipé las nuevas áreas y actualicé el equipamiento en las ya existentes. Construí una unidad adicional con los ingresos de 2019, cuando aún no se sabía del covid.
Una de las medidas fue disminuir la ocupación por habitación, para dar más seguridad sanitaria y, a la vez, aumenté el espacio y los servicios anexando al negocio la nueva unidad: una cabaña independiente que construí. También puse en arriendo la casa que está detrás de mi hostel. Entre enero y mayo de 2021, resultó, pero ahora que estamos en apertura el clima juega en contra porque de ello depende la permanencia de trabajadores.
Mi alojamiento está en el corazón de la comunidad yagan, un pueblo originario de Cabo de Hornos. Junto al río Ukika, el inicio del bosque en mi patio y frente al mar. Soy vecina de la abuela Cristina, la yagan hablante más antigua. Todo lo que menciono hace elegible mi alojamiento, principalmente, por extranjeros, porque están muy interesados en este pueblo, en valores patrimoniales y la conservación de la cultura. Además, se los explico en inglés, francés, italiano o español.
Somos parte de la Reserva Mundial de la Biosfera de Cabo de Hornos, factor que además incide en que muchos investigadores elijan mi hostel, pues vienen a recopilar información etnográfica y biológica. Asimismo, desarrollo la ruta de la centolla, otro hito cultural de la zona, a través de navegación en bote tipo zodiac, financiado a través de un proyecto Crece Sercotec en 2019, a menos de un año de comenzar las operaciones como hostel.
Nadie me quería arrendar porque era mujer, madre soltera, así que les parecía casi una discapacidad para generar ingresos. Pero no estaba sola. Luego, abrí el hostel y me empezó a ir muy bien. Cuando quise construir, hice un periplo por nueve contratistas que se reían cuando les cotizaba para que construyeran para mí, dudaban de que tuviera dinero o me pedían mi presupuesto económico para hacerme una contrapropuesta.
Otros simplemente no querían trabajar conmigo para no tener problemas con mi expareja. Así que el tema de identidad de género y maternidad incide mucho en la credibilidad. Lo favorable es que me hizo acreedora de varios proyectos por ser mujer y por lo consolidado de mi negocio.
Primero, las mujeres de Puerto Williams me envían pasajeros. Asimismo, las mujeres en oficinas públicas me ayudaban a agilizar mis trámites, dado que aquí ni siquiera hay oficina del SII. Otras amigas ya me han recibido pasajeros cuando por temas de control médico he debido viajar. También, mi emprendimiento me ha dado a conocer como profesional y como persona y ahora estamos organizando hacer una agrupación de mujeres para que puedan recibir orientación, asesoría y acompañamientos en temas de violencia de género, hacia los niños, así como generar indecencia económica.
Estas acciones nos han unido y nos plantea un gran desafío. Como sociedad local, tenemos que relevar el rol de la mujer en las comunidades. En cuanto al turismo, creo que la sensibilidad y el amor que ponemos las mujeres en las tareas diarias relevan el valor patrimonial y de preservación de formas de vida en localidades rurales, lo que brinda un componente único a la experiencia del turismo.
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