Esta es la historia de Anita Paillamil Antiqueo, maestra artesana y líder, como la destacó en 2014 la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO), por su importante rol en el tejido social de Nueva Imperial.
“Soy de Nueva Imperial, Región de La Araucanía. Pertenezco a la cuarta generación de tejedoras: heredé el arte por mi madre, aprendí a tejer telar mapuche como desde los ocho años. De ahí, me he dedicado cien por ciento a tejer, hacer talleres y distintas actividades relacionadas con los textiles”. Así se describe Anita Paillamil Antiqueo, quien es, además, presidenta de Wallontu Witral.
Al mando de esta agrupación, Anita dirige a artesanas que, literalmente, con sus manos han logrado sacar adelante sus familias. “Digo que son ochenta tejedoras, pero son ochenta familias. Hay una necesidad tremenda detrás de cada una de ellas, porque viven de lo que venden”, complementa quien tiene cuarenta y cuatro años y que lleva casi veinte liderando a sus compañeras alrededor del telar, que es el significado en español de Wallontu Witral.
Cuenta que estaban en búsqueda de levantar la artesanía en su zona y también levantar el ánimo de las tejedoras. Ya la crisis social las había impactado y el contexto de pandemia terminó por afectar considerablemente sus ingresos. “Al no saber qué efectos iba a tener, las mujeres estaban confundidas, no sabían qué hacer. Fue una sensación complicada. Me di cuenta de las necesidades que hay tras las familias. Con la pandemia, pude ver que las mujeres dependían netamente de la venta de un producto. Pero logramos reactivarnos con Tejido de Fraternidad”, explica.
Tejido de Fraternidad es una iniciativa que lideran la Fundación Tierra de Encuentro, la Asociación Newen Ngürekafe y la Universidad Católica de Temuco para apoyar la reactivación del oficio textil e impulsar el proceso creativo y formativo de cientos de tejedoras. Llegó para salvarlas y, a su vez, dar un impulso al rescate de la cultura mapuche que sacan a relucir con su arte.
En Tejido de Fraternidad, se describen como una causa social que apoya el trabajo colaborativo de tejedoras, artesanos y emprendedores locales, a través de un modelo solidario y sustentable. Además de la agrupación que lidera Anita Paillamil en Nueva Imperial, otras siete agrupaciones de las regiones del Biobío y La Araucanía forman parte de Tejido de Fraternidad.
El trabajo de estas mujeres contempla la realización de una inédita obra artístico-social que ha unido a diversas comunidades y asociaciones de artesanas, junto a empresarios, organizaciones sociales, universidades y otras instituciones, en un trabajo colaborativo entre las tejedoras, docentes y estudiantes que ya tuvo su primera exposición el 13 de enero en el Pabellón de La Araucanía en Temuco.
En agenda ya está una obra que será expuesta en el Centro Cultural Palacio La Moneda en Santiago y que continuará su recorrido por otros lugares significativos del país. Para Anita, esta segunda obra es un gran desafío porque “con el primer manto que hicimos a partir del 1 de febrero, nos demoramos cerca de veinticinco días. Es rico compartir diferentes formas de presentar los tejidos, de unirlos, diferentes pensamientos. Ese primer manto fue como nuestro bebé: fue difícil que naciera, lleno de ideas, de armar, desarmar, hasta que finalmente nació. Ya hemos hecho dos y ahora el 15 de marzo partimos con el tercero”.
Sobre esta segunda obra, Anita adelanta que están trabajando en la construcción de tres cilindros de veinticinco metros de largo por cuatro y medio de ancho. Ella está coordinando la producción de estas tres piezas, que –según dice– “son espectaculares. Son alrededor de 980 tejidos que van a ser parte de estos tres cilindros. Actualmente, se han encargado 324 tejidos más, que los están produciendo estas siete agrupaciones y que van a ser las que conformarán el tercer cilindro”.
Pero no se quedan ahí. Tejido de Fraternidad contempla una tercera obra, esta vez en una apuesta que cruzará las fronteras y llevará el trabajo de estas mujeres al London Festival of Architecture en la capital del Reino Unido.
El turismo de tipo indígena está fuertemente arraigado a la identidad cultural de los territorios, centrándose especialmente en el respeto y el cuidado del medio ambiente, lo que para Sernatur representa una oportunidad para impulsar económicamente a los pueblos originarios de Chile y desarrollar experiencias turísticas únicas y memorables.
En este ámbito, Sernatur –en conjunto con instituciones como Conadi– participa en la Mesa de Coordinación Pública Nacional de Turismo Indígena, liderada por la Subsecretaría de Turismo de la mano de la Asociación Nacional de Turismo Indígena. Se han desarrollado estudios e iniciativas que buscan generar las bases para la asociatividad privada, tales como un sistema de comercialización justa, criterios de calidad para el desarrollo de productos integrados de turismo indígena, procesos de trabajo sustentables y desarrollo de nuevas e innovadoras experiencias turística que consideren elementos identitarios.
En Wallontu Witral, tienen un programa de turismo social, a través del cual han establecido contacto con operadores turísticos que llevan visitantes de distintos países a vivir la experiencia textil en Nueva Imperial. Lo que hicieron Anita y las demás tejedoras fue generar la experiencia de cómo se elabora una pieza: “La idea consistía en mostrar a los turistas cómo se hace un tejido, desde el lavado de la lana hasta armar una pieza. Muchos de ellos participan, se sientan frente al witral (telar en mapudungún). Ese tipo de actividades las hicimos y nos generó venta y un apoyo para la artesana que recibía las visitas. Hay un interés por parte del turismo por conocer cómo hacemos esto”, explica la artesana.
–¿Cuáles son los beneficios que vieron al formar esta alianza con el turismo?
–Mostrar cultura. Eso fue una ganada, porque para nosotras no es solo la pieza, es algo hecho a mano con técnicas ancestrales, eso los turistas lo valoran mucho. Contarle a un gringo cómo se hace esto, cómo se tiñe esto otro, la utilidad del producto, por qué las iconografías… Hay mucha información que el turista quiere saber. Ahora en pandemia, nos pasaba que venía gente a aprender a tejer, desde Santiago, Viña, Quilpué. En algunos casos, generaba el contacto con alguna tejedora o los recibía en mi casa y les enseñaba a tejer. Hoy estamos paralizadas, pero esperamos retomarlo. Me gustaría mucho generar alianzas con operadores turísticos, para ofrecer visitas guiadas e incorporarlas en las visitas de los turistas.
Una de las razones por las que Anita decidió embarcarse en esta labor fue por sus mujeres –como las llama con cariño–. Muchas de ellas son jefas de hogar y se dedican a la agricultura a menor escala, solo para consumo. El recurso que normalmente reciben es por la venta de un producto. Por eso con orgullo agradece la confianza que le han brindado. “Soy presidenta de la agrupación Wallontu Witral hace casi veinte años. Son mujeres de todas las edades, de diferentes territorios, pero que hemos realizado un trabajo asociativo maravilloso. La confianza que se ha generado en el tiempo, con ellas y sus familias”, señala.
–¿Qué mensaje tiene para ellas?
–Las felicito porque han sabido manejar el arte, continuarlo a pesar de las dificultades, todo lo complejo que es ser mapuche, por cómo nos ven; somos un pueblo guerrero y nuestra pelea es mantener el arte vivo. Agradezco a esas ochenta mujeres que me han dado la confianza y el empuje para dirigir a un grupo de doscientas veinte mujeres, que no es fácil, son siete comunas, siete agrupaciones con intereses distintos, pero gracias a Tejido de Fraternidad nos hemos unido y hecho un trabajo maravilloso.
–¿Cómo proyectan el futuro cercano?
–Mi proyección es enfocarme en el trabajo que hacemos con Tejido de Fraternidad, seguir haciendo contacto con otras instituciones. Sentarse a conversar con diferentes organismos y dar a conocer nuestro trabajo ha sido una ganada importante. Es un desafío demasiado grande, pero, a pesar de la pandemia y el estallido social, estamos vivas, vigentes, mostrando nuestro arte. Creo que la perseverancia es la clave en el éxito, no hemos decaído jamás. Hay que sacar fuerza, las mujeres siempre tenemos fuerza, somos luchadoras. Conozco muchas mamás solteras, mamás que han salido adelante solas con sus hijos. Hoy las mujeres somos la voz, tenemos que valorarnos, querernos y decir yo puedo. Eso es importante.
Para conocer el trabajo de Anita Paillamil y sus compañeras tejedoras, además de conocer los futuros proyectos de Tejido de Fraternidad, se puede revisar el sitio tejidodefraternidad.com.
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